Alternactivity

martes, 19 de mayo de 2009

El Palacio de la Claustrofobia



... y así fue como de repente despertó

el señor Trevunor intentaba escuchar lo que se podía oír afuera de donde el se encontraba, sentía como las mentiras acuchillaban su cuerpo, eran el tipo de mentiras que tenían sabor hipócrita.

No sabia donde se encontraba, pero parecía ser el mejor lugar en el que alguna ves pudo haber estado.

Lo que a el si le molestaba, era su miserable estado, no poder moverse, no poder mirar con claridad, sentir como manos extrañas recorrían su cuerpo cuando menos lo esperaba y donde menos lo llegaba a percibir.

Se suponía que toda aquella sensación que lograba estimular sus emociones eran con el sentido de ayudarlo de alguna manera, pero ya no había manera de cambiar sus sentimientos respecto a su realidad, el deseaba acabar con todo de una ves, desde donde comenzó todo, terminarlo.

Lo peor de todo es que al señor Trevunor, las personas que lo condujeron a este estado, estas mismas criaturas, lo querían retener en esa realidad, a la cual lo habían empujado y encarcelado.

El fin de querer ayudarlo era para bañarse con la sangre del señor Trevunor, bañarse hasta que la sangre vertida en sus cuerpos se transformara en oro y sean figuras lindas a la estupida vista humana.